martes, 21 de febrero de 2017


ZOMBI
 LOS APARATOS IDEOLÓGICOS DEL ESTADO
                                                                                        

                                                                                              Martín Sánchez

¿Qué es el Estado? De manera clásica, se nos enseña que el Estado es el moderador y gestor de una sociedad, que aparece por primera vez en la historia de la humanidad para poder realizar las obras de edificación titánicas del mundo antiguo, construir sistemas de irrigación para los primeros grandes asentamientos humanos,  las primeras formas de centralización del poder  y la aparición del derecho, etc.
Pero el Estado cumple otra función aún más importante, esta función es la que le da más sentido y claridad a la hora en que actúa sobre la población, en especial en contra de los más vulnerables y desposeídos  y es la de preservar el dominio de una clases social sobre otra, de igual manera los intereses de dicha clase social en el poder y aunque este trate de verse como mediador entre las clases, siempre la balanza tendrá que inclinarse a favor de la clase dominante.
El Estado no cambia en si, por sí solo desde adentro y para prevalecer en pro de la clase dominante, esta se manifiesta en forma de represión física, ya lo conocemos, se expresa en cuerpos de vigilancia, corporaciones policiacas, las fuerzas armadas, cárceles y tribunales, que tiene el propósito de mantener aplacado al grueso de la población más que para “servirle y protegerle”, de hecho están para servir y proteger la propiedad privada de los pudientes y para que los verdaderos productores de la realidad social no se atrevan a reclamar lo que los pertenece.   Como la misma realidad nos lo ha demostrado incontables veces, en todas partes del mundo, siendo parte de la historia de violencia en la humanidad, el Estado no repara en mostrar musculo ante los “enemigos del sistema”, ya que ese es el punto que quiere dar a extender entre las masas: Terrorismo de Estado.
Pero la parte coercitiva del Estado no se limita a la represión física, no basta con masacrar o desaparecer  a diestra y siniestra, está también la represión ideológica, esa que es más difícil de reconocer a simple vista, que se le inculca a la población en general, para que por sus mentes no se atrevan siquiera a revelarse en contra de sus opresores y de ser posibles llegar defenderlos. Por desgracia todos hemos sido influenciados por lo menos por uno de sus aparatos; partidos políticos, sindicatos, religiones, escuelas, medios de comunicación, arte y cultura son los aparatos que más permean  y llegan a construir la ideología de una sociedad en su conjunto.  Algunos de estos aparatos nos llegan desde que nacemos y estarán presentes hasta el último de nuestros días, forman parte de la construcción cultural del individuo, como mecanismo para la reproducción y transmisión de una cultura determinada, pero también sirve para que los individuos sigan reproduciendo un sistema económico determinado, es decir, el sistema que beneficia a la clase dominante, en la que esta clase se sitúa en la punta de la pirámide y mueve los destinos de los demás que están planos inferiores.
Estos aparatos se encarnan en instituciones, que son determinantes para la formación del ser humano, como lo es la educación, el arte y la cultura, y hay otros que tienen una gran influencia en la población como lo es la religión o los medios de comunicación que sin importa que su contenido pueda estar alejado de realidad concreta y objetiva,  estos establecen sus verdades como absolutas e inamovibles, determinando lo que es “el sentido común” o la “naturaleza” de las cosas –alguna vez se tenía la concepción del mundo plano o se nos intentó de convencer de una “verdad histórica” que la misma ciencia refuto-.
Siempre se nos ha hecho creer que es el mundo de la ideas o del plano mental  es el que determina y crea al mundo físico, al mundo de la realidad concreta  y es justamente ese, el velo místico, el fetiche, que siempre nos inculcaron parte de estos aparatos, pero es en realidad el mundo material el que determina al mundo de las ideas, ya lo decía Marx; la ideología llega a nosotros por medio de prácticas materiales para luego, formar parte de una estructura de ideas que reproduciremos mentalmente y una vez más en la materialidad, es difícil seguir el hilo a esto pero sin este no se puede llegar a puerto seguro.
Y es aquí donde llegamos a la parte de la resistencia para cambiar el estado de las cosas, para romper con este círculo, hay herramientas que todavía están a nuestra disposición para acabar con esta hegemonía a la que parece que estamos condenados a padecer hasta el fin de los tiempos; tenemos de un lado la organización, organizar la voluntad popular para hacerse escuchar y vencer, pero antes tenemos que romper los antiguos esquemas y convencionalidades que la ideología de la clase dominante hace que estemos aun con las manos atadas.
Las formas de expresión de arte  violentas, crudas y agresivas son revolucionarias, porque nos aterriza de nuevo en la realidad concreta, bien lo decía Kosik, no hay nada más real que la crudeza de la vida misma y es así que vemos en las obras de Zamer  y lo que ha hecho en el Colectivo María Pistolas, parte de esa esencia rebelde, violenta que hace falta para dar el primer paso y es que el arte no solo es un reflejo de la realidad, también es un martillo, para poder darle forma a la realidad, esa que queremos y tanta falta hace que cambie en pro de las clases desposeídas.